¿Existe corrupción en el SAT? [Animal Político]

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Como sucede con los trámites burocráticos regulados en exceso, las múltiples reglas y procedimientos de control no han hecho sino encarecer los honorarios de algunos prestadores de servicios que, aliados con autoridades fiscales, blindan a empresas emisoras de facturas falsas y de outsourcing, o consiguen devoluciones de IVA incluso en casos notoriamente improcedentes.

Por supuesto que hay corrupción en el SAT. Esta afirmación, aunque empírica y dogmática, es irrebatible y da pauta a preguntar: ¿Se habla en voz alta de este problema? ¿Por qué no se denuncia? El mosaico de respuestas es variado. Para simplificar la exposición del tema desarrollaré algunas ideas en forma esquemática:

a) No todos los funcionarios y empleados del SAT son corruptos, pues la mayoría están comprometidos con su trabajo y con las responsabilidades que desempeñan, y lo menos que se merecen es que se les descalifique por actos ilícitos cometidos por algunos de sus compañeros de trabajo o por sus jefes.

b) El escalafón salarial en el SAT no se ha modificado en 17 años. Los sueldos son significativamente bajos, lo que incrementa la tentación de funcionarios y empleados para involucrarse en actos de corrupción.

c) En el SAT existe corrupción light, es decir, la que se da en temas menores para facilitar o acelerar, por ejemplo, los trámites administrativos. Aunque criticables en cuanto indebidos, estos actos no afectan la recaudación fiscal.

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d) En el amplio espectro de la corrupción se encuentra también la corrupción ‘dura’, que daña las labores de fiscalización y recaudación del SAT. Esta modalidad da al traste con las constantes reformas fiscales y con los insufribles aumentos de impuestos, y hace que ‘seamos siempre los mismos’ (sobre todo los trabajadores) quienes aportemos a la Hacienda pública una parte de nuestro patrimonio.

Esta corrupción es destructiva. En la actualidad, opera básicamente en materia de facturas falsas, empresas de outsourcing y devoluciones de IVA. Como sucede con los trámites burocráticos regulados en exceso, las múltiples reglas y procedimientos de control no han hecho sino encarecer los honorarios de algunos prestadores de servicios que, aliados con autoridades fiscales, blindan a empresas emisoras de facturas falsas y de outsourcing, o consiguen devoluciones de IVA incluso en casos notoriamente improcedentes.

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De poco sirven las reformas fiscales y las reglas generales del SAT si los controles institucionales internos fallan. El reto es grande, pues la corrupción en esos ámbitos no se ha detenido. El descaro es una de las características de quienes presumen sus ‘buenas’ relaciones con funcionarios clave de esa dependencia.

e) La corrupción en el SAT también se da entre los auditores y sus jefes, a través de un mecanismo que consiste en asentar irregularidades menores a las que en realidad se cometieron por los contribuyentes, obviamente a cambio de una retribución económica.

Una modalidad de esta corrupción son las denominadas vacunas fiscales, que consisten en practicar auditorías a los contribuyentes que buscan ocultar sus irregularidades. Las auditorías se cierran señalando que sí han cumplido con sus obligaciones, o bien, que las irregularidades son pocas. Con ello, esos contribuyentes quedan blindados para impedir que alguna otra autoridad pueda auditarlos de nuevo, pues las leyes tributarias lo prohíben. De ahí su nombre de vacunas fiscales, que en fecha reciente han tomado relevancia mediática pero que por décadas han operado con efectividad en el SAT.

f) La evasión fiscal es corrupción porque implica violar las leyes tributarias y entrar en complicidades ilícitas. El fraude fiscal desequilibra y mengua las finanzas públicas del Estado y arraiga la desigualdad: unos cumplimos correctamente, los evasores no. De hecho, la evasión puede implicar lavado de dinero y, en situaciones extremas, hasta delincuencia organizada. Un narco delinque por traficar droga, pero también por lavar dinero y por no pagar impuestos.

Conclusión: a pesar de que la corrupción fiscal nos perjudica a todos, somos beneficiarios de la misma, pues conscientemente o no, sabemos que algún día podremos socorrernos de ella para solucionar algún problema que se nos presente. Esto nos invita a no denunciarla y a convertirnos en cómplices silenciosos de la corrupción en el SAT.

En la situación actual de las finanzas públicas, la corrupción fiscal constituye un tema de atención urgente, pues afecta en lo estructural al Estado mismo. El problema no es menor.

Fuente.

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Un podcast para abogados y no abogados en el que escucharás los temas actuales de nuestro país desde una perspectiva jurídica.


Experto en temas jurídicos, con más de 40 años de experiencia. Es socio director de PDEA Abogados, despacho especializado en derecho fiscal y administrativo en la Ciudad de México.