Las ‘vacunas fiscales’ existen en México desde hace varias décadas. Su mecánica es simple: los contribuyentes se ponen de acuerdo con las autoridades para que les practiquen auditorías. La trampa está en que los resultados de las mismas están amañados, con la desventaja para el SAT de que no puede auditar a los mismos contribuyentes por lo ya revisado, pues el Código Fiscal de la Federación se lo prohíbe.
En días pasados, el jefe del SAT anunció que 30 exfuncionarios de Sonora habían sido acusados penalmente por irregularidades en auditorías con las que se beneficiaron a 574 contribuyentes. De las notas periodísticas no queda claro en qué consistieron esas irregularidades, aunque bien puede intuirse que se trata de las llamadas ‘vacunas fiscales’.
Las ‘vacunas’ existen en México desde hace varias décadas. Su mecánica es simple: los contribuyentes se ponen de acuerdo con las autoridades para que les practiquen auditorías. La trampa está en que los resultados de las mismas están amañados, con la desventaja para el SAT de que no puede auditar a los mismos contribuyentes por lo ya revisado, pues el Código Fiscal de la Federación se lo prohíbe. De ahí que en el argot profesional se les conozcan como ‘vacunas’, por la inmunización que producen.
Para la instrumentación de este mecanismo tan sólo se necesitan contribuyentes que las pidan y autoridades que acepten la componenda. Lo de menos es cómo hacerlo y cómo obtener los resultados deseados, pues los propios auditores dominan la tecnología a aplicar.
Existiendo arreglo entre autoridades y contribuyentes, lo que sigue es el inicio de las auditorías, por lo general a través de visitas domiciliarias y siempre relacionadas con los años que desean blindarse. El mecanismo es casi perfecto. Todos los detalles se cuidan. Nada queda suelto. Una vez concluidas, las ‘vacunas’ operan con efectividad, a menos que por circunstancias inesperadas las cosas se compliquen, como sucedió en Sonora.
Como se ve, las ‘vacunas’ no condonan impuestos. Nada de eso. Con ellas se validan las transas de los auditores con los contribuyentes, inmunizando a estos contra ulteriores auditorías del SAT. Como todo está amañado, los resultados son lo que más convienen a los contribuyentes: los pagos al SAT quedan entre el 10% y el 20% de los adeudos reales (es un buen ahorro, ¿no?). En casos especiales los pagos son de cero pesos. Con ello se libera a los contribuyentes de toda contingencia legal, incluso penal.
Por su parte, los auditores reciben un porcentaje (moche) sobre el ahorro que los contribuyentes obtienen con las ‘vacunas’. De este modo todos ganan, salvo la Hacienda pública que pierde. De ahí el malestar de Aristóteles Núñez, materializado en las denuncias penales presentadas contra los exfuncionarios de Sonora.
La efectividad del mecanismo y su alta rentabilidad para los involucrados complica combatirlo. Lo primero es detectarlo, para luego evidenciar la corrupción en el mismo. Esto es difícil, mas no imposible. Todo se reduce a la recolección de pruebas, las cuales, como lo afirma el jefe del SAT, existen en Sonora. El siguiente paso será dejar sin efectos las ‘vacunas’ mediante juicios especiales llamados de lesividad, los cuales ya han sido promovidos por las autoridades fiscales.
Hasta el momento se sabe que el SAT ha denunciado penalmente a los funcionarios públicos. Se desconoce si lo mismo se ha hecho respecto de los 574 contribuyentes. Eventualmente, estos también podrán ser acusados de fraude fiscal y corrupción. La efectividad de estas acusaciones dependerá de las pruebas que se tengan.
Las ‘vacunas’ no son un tema aislado en dicho estado, pues existen en todo el país, incluyendo el propio SAT. De hecho, las mismas se utilizan para blindar personajes políticos y de gobierno al concluir sus cargos, como un escudo que los protege no necesariamente por actos ilícitos que hubiesen cometido, sino para resguardarlos de animosidades transexenales en su contra.
El caso de Sonora es un buen ejemplo de lo que debe hacerse en contra de las ‘vacunas fiscales’ a nivel nacional. Hacerlo de manera selectiva en Sonora quedará como una simple vendetta política.