Deuda pública de México alcanzó niveles que requieren atención [El Economista]

Deuda pública de México alcanzó niveles que requieren atención [El Economista]

El déficit de 2024, programado en 1.7 billones de pesos, es más de cinco veces superior en términos reales al registrado en 2017.

La deuda del sector público federal en México ha tenido una trayectoria de crecimiento constante en los últimos años. En 2024 se sitúa como un factor clave para la estabilidad económica del país. En este análisis, exploraremos cómo ha evolucionado, su composición, el impacto del déficit presupuestario y los desafíos que enfrenta el gobierno mexicano para asegurar la sostenibilidad de su deuda a largo plazo.  

La deuda pública en México ha crecido considerablemente en los últimos años debido a la necesidad de cubrir un déficit presupuestario persistente. Este déficit se produce cuando los gastos del gobierno superan los ingresos, lo que obliga a buscar financiamiento para cubrir la diferencia. En la Figura1, podemos observar que el déficit ha ido en aumento desde el año 2017, alcanzando niveles récord en 2023 y con una proyección aún mayor para 2024.

En 2022, el déficit representó -3.2% del PIB, en 2023 subió a -3.4%, y se proyecta que alcanzará 5% en 2024, lo cual refleja una dependencia creciente de la deuda para financiar el gasto público. Para ponerlo en perspectiva, el déficit de 2024, programado en 1.7 billones de pesos, es más de cinco veces superior en términos reales al registrado en 2017. Esto indica una tendencia que, de continuar, podría llevar a una carga de deuda insostenible.

La deuda del sector público federal se compone de deuda interna (denominada en pesos mexicanos) y deuda externa (en monedas extranjeras como el dólar estadounidense y el euro). En los últimos años, ha prevalecido una estrategia de financiamiento, principalmente con deuda interna, debido, en parte, a la apreciación del peso mexicano frente al dólar. Esto ha permitido reducir la exposición al riesgo cambiario, dado que la deuda en moneda extranjera puede volverse más costosa si la moneda local se deprecia.

Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos. La deuda interna, aunque no sujeta a fluctuaciones cambiarias, depende de la confianza de los inversionistas en la economía mexicana. El saldo total de la deuda federal se incrementó de 14 billones de pesos en 2023 a 14.8 billones para 2024, con un costo financiero programado de 1.2 billones de pesos en ese año, lo cual representa un aumento del 14.8% respecto al costo financiero de 2023.

El aumento de la deuda también se refleja en el endeudamiento per cápita. Al cierre de 2023, como lo señalamos en la entrega anterior, cada ciudadano mexicano carga con una deuda aproximada de 113,320 pesos. Este valor aumentará al cierre de 2024 si el déficit sigue en alza y los ingresos gubernamentales no logran satisfacer los niveles de gasto programados. Además, durante 2023 el endeudamiento adicional fue de 6,300 pesos por habitante, lo cual representa un peso creciente sobre la población.

Una parte significativa de la deuda pública no se destina a inversión en infraestructura o proyectos de desarrollo que generen un retorno financiero a largo plazo. En cambio, una porción considerable se utiliza para cubrir gastos corrientes y programas sociales, tales como pensiones y transferencias universales, que tienen un impacto importante en la población, pero no contribuyen directamente al crecimiento económico.

La Figura 2, muestra que el gobierno federal es el principal usuario de deuda interna, mientras que Petróleos Mexicanos (Pemex) es uno de los mayores usuarios de deuda externa, con aproximadamente el 80% de su deuda en dólares. Este nivel de endeudamiento en moneda extranjera representa un riesgo adicional, ya que cualquier depreciación del peso frente al dólar incrementa automáticamente el monto en pesos de la deuda externa de PEMEX, afectando tanto sus finanzas como las del gobierno federal, que actúa como su principal respaldo.

Aunque el endeudamiento interno reduce la exposición al riesgo cambiario, también tiene sus limitaciones. Uno de los efectos potenciales de recurrir cada vez más a deuda interna es el llamado “crowding out” o desplazamiento de la inversión privada. Esto ocurre cuando el gobierno absorbe una parte significativa de los recursos financieros disponibles en el mercado, lo que eleva las tasas de interés y dificulta el acceso al crédito para las empresas y la ciudadanía en general.

Además, el incremento en el nivel de deuda interna puede restringir la efectividad de la política monetaria. Cuando el gobierno tiene un endeudamiento elevado, cualquier ajuste en las tasas de interés puede afectar la percepción de riesgo de los inversionistas. Si la tasa sube, podría interpretarse como una señal de mayor probabilidad de impago, lo cual podría llevar a una salida de capitales, un fenómeno que México ha experimentado en crisis anteriores.

Proyecciones y sostenibilidad

La sostenibilidad de la deuda pública depende, en gran medida, de la capacidad del gobierno para generar ingresos suficientes que le permitan cubrir sus obligaciones financieras sin recurrir a más deuda. Sin embargo, las proyecciones actuales sugieren que la situación fiscal de México se enfrentará a mayores presiones en el futuro cercano.

El saldo total de la deuda bruta del sector público federal, que incluye todos los tipos de deuda, alcanzó los 15.6 billones de pesos en enero de 2024. Este incremento del 56.6% desde 2018 refleja una tendencia de crecimiento que podría volverse insostenible si no se implementan medidas fiscales adecuadas. La deuda bruta representa casi 907,000 millones de dólares, lo cual es significativo en comparación con el tamaño de la economía mexicana.

Con un déficit que sigue en aumento y una deuda pública que continúa creciendo, es necesario implementar políticas que permitan contener este endeudamiento y fortalecer la estructura de ingresos del país. Algunas recomendaciones para solucionar esta situación incluyen:

Reducción de la dependencia de la deuda para gasto corriente: Si bien es importante cubrir los programas sociales, el gobierno debería destinar mayor parte de la deuda a proyectos de inversión que generen un retorno en el tiempo, permitiendo una mejoría económica que eventualmente reduzca la necesidad de financiamiento.

Diversificación de fuentes de financiamiento: Mantener un equilibrio entre deuda interna y externa permite gestionar mejor los riesgos asociados al financiamiento. Aunque el endeudamiento en pesos mexicanos reduce el riesgo cambiario, tener un porcentaje de deuda en divisas podría aprovechar condiciones favorables en los mercados internacionales.

La deuda pública en México ha alcanzado niveles que requieren atención inmediata. A medida que el déficit crece y la deuda se incrementa, el país enfrenta el riesgo de una crisis fiscal si no se implementan medidas correctivas.

La sostenibilidad de la deuda depende de una combinación de políticas fiscales prudentes, un sistema de recaudación más eficiente y un enfoque en proyectos de inversión productiva que puedan impulsar el crecimiento económico. Con estas acciones, México podrá mejorar su situación financiera y reducir la carga de deuda que afecta tanto al gobierno como a sus ciudadanos.

Fuente. El Economista, publicado el 3 de diciembre de 2024

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Experto en temas jurídicos, con más de 40 años de experiencia. Es socio director de PDEA Abogados, despacho especializado en derecho fiscal y administrativo en la Ciudad de México.