Los republicanos deben reinventarse tras la caída de Trump [Expansión]

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La formación política deberá aprender varias lecciones de su apoyo al presidente saliente de Estados Unidos, como frenar el avance de la extrema derecha e incluir mayor diversidad en su formación.

Los republicanos están hartos de Donald Trump. Una derrota histórica Georgia, impulsar a sus seguidores a asaltar el Capitolio y estar a punto de convertirse en el primer presidente de Estados Unidos en enfrentar dos juicios políticos son solo los hechos que la semana pasada colmaron el vaso de muchos políticos que apoyaban al magnate hasta hace no mucho.

El senador por Utah, Mitt Romney, fue el único republicano que votó a favor de llevar un juicio político contra Trump hace un año. Ahora, se multiplican los llamados de republicanos que exigen al presidente que renuncie al cargo 10 días antes de que termine su mandato.

Los senadores republicanos Ben Sasse, Lisa Murkowski y Pat Toomey, así como el representante Adam Kinzinger, han exigido la dimisión del presidente. Trump “cayó en un nivel de locura (…) absolutamente impensable” desde que el demócrata Joe Biden le ganó las elecciones de noviembre, dijo Toomey a la cadena CNN.

 

Otros republicanos que habían apoyado a Trump en los últimos cuatro años han marcado su distancia con el mandatario: el presidente del Senado, Mitch McConnell; el vicepresidente Mike Pence; la secretaria de Transporte, Elaine Chao, y la secretaria de Educación, Betsy DeVos. Las dos últimas renunciaron a sus puestos tras el asalto al Congreso cuando sesionaba para confirmar la victoria de Biden.

McConnell, a quien la revista New Yorker calificó en abril de 2020 del “Facilitador en jefe” del presidente , dijo que no planea volver a hablar con Trump.

Los hechos de esta semana marcaron un punto de inflexión para el liderazgo republicano. La victoria de dos candidatos demócratas en Georgia, un estado que había votado solo por republicanos para el Senado desde el 2000, es una muestra de que el apoyo a Trump les pasó factura también en las urnas.

Kelly Loeffler y David Perdue, los dos republicanos que buscaban conservar sus escaños, fueron fervientes defensores del presidente durante sus campañas.

Donald Trump, un magnate inmobiliario que llegó con un discurso contra el establishment de Washington, ha dejado de ser funcional al Partido Republicano.

“Trump iba a ser siendo el jefe de los republicanos, por ser el jefe de Estado y por haber sido postulado por ese partido, mientras fuera funcional. ¿Cuándo iba a ser disfuncional? No lo sabíamos. Lo está logrando justamente en la última etapa de su trayectoria en el poder”, dijo Alejandro Chanona Burguete, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La salida de Donald Trump de la Casa Blanca, sea el 20 de enero o antes, deberá ser el inicio de un proceso de reconstrucción al interior del Partido Republicano, así como un camino hacia renovar sus liderazgos. La formación política también deberá asumir su responsabilidad en la situación de división y encono social que vive hoy Estados Unidos.

“Trump se presentó a las pasadas elecciones sin una plataforma y el Partido Republicano avaló esa sinrazón”, dijo Juan Carlos Barrón Pastor, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, en una conferencia.

El académico fue incluso más lejos y aseguró que los republicanos, incluso aquellos que defendieron la institucionalidad tras el ataque de los seguidores de Trump, carecen de un ideario político claro. “Se ve tremendamente vacía, tremendamente huérfana la posición” del Partido Republicano, aseguró.

Los republicanos enfrentan el dilema de conquistar a los 75 millones de votantes de Trump. De acuerdo con una encuesta del HuffPost y YouGov, el 52% de los republicanos y de los votantes independientes que eligieron a Trump apoyarán al mandatario en caso de un enfrentamiento con los legisladores de su propio partido.

Los republicanos tienen que buscar un camino hacia el centro, “donde se encuentra su base dura del partido” para tener posibilidades de acceder al poder en Estados Unidos, de acuerdo Estefanía Cruz Lera, otra investigadora del CISAN. Para ello el partido debe despegarse del ala más radical.

Uno de los primeros pasos debe ser sancionar a los legisladores republicanos, encabezados por el senador Ted Cruz, que apoyaron los intentos de Donald Trump para revertir la elección en el Congreso, incluso después de la irrupción violenta de los partidarios del presidente en la sede del legislativo estadounidense.

Cruz, por lo mientras, se ganó los reproches de varios de sus compañeros de bancada. Además Houston Chronicle , uno de los diarios más importantes de Texas, ha exigido su renuncia, a pesar de que todavía le quedan dos años en el Capitolio.

Los republicanos deberán también estar atentos a lo que haga el Tea Party, un movimiento más hacia la derecha que el resto del partido, con visiones muy conservadoras, sobre todo en temas económicos. Durante el gobierno de Barack Obama fueron os principales opositores al Obamacare, una bandera que Trump tomó en su presidencia.

Los liderazgos en el partido también deberán renovarerse. Personajes como McConnell, que cumple con su sexto periodo como senador por Kentucky, deberán ceder a nuevos rostros que emerjan en los próximos años, señaló a Expansión el abogado Luis Pérez de Acha.

Para poder llegar a los votantes más transaccionales de Trump y a nuevos electores, el partido Republicano “habrá que reconstruir su agenda, habrá de incluir a otros sectores”, indicó la investigadora del CISAN.

Si bien no se dirigirá a los sectores más progresistas de la sociedad estadounidense, sí puede incluir a sectores a los que ha descuidado, como las mujeres,”no tiene una agenda política hacia las mujeres”. Este sector, las mujeres de los suburbios, un votante más republicano, volteó hacia los demócratas gracias a las políticas de Trump-

Una visión social conservadora, la promoción del libre mercado y la defensa de la propiedad privada, algunos de los valores más tradicionales del Partido Republicano, continuarán dentro del partido, con y sin Donald Trump, por lo que los siguientes dos años, que vivirán como una minoría opositora, serán claves para su futuro.

El Partido republicano tiene “una identidad propia fuerte. Los pesos pesados republicanos están apelando a retomar las tradiciones del partido para reencauzarse. Es un partido que va a salir fortalecido en sí mismo después de superar este trance”, señaló Pérez de Acha.

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Experto en temas jurídicos, con más de 40 años de experiencia. Es socio director de PDEA Abogados, despacho especializado en derecho fiscal y administrativo en la Ciudad de México.